Volvemos al bravero barrio de Chamberí. La Chula es uno de esos locales tan de moda con las raciones escritas en las paredes, decoración ladrillera, hilo musical y luz tenue donde lo mismo te puedes pimplar unos callos como un buen copazo. Nada más entrar te envuelve ese ambiente chic donde quedarás en evidencia en caso de que un cocodrilo no adorne tu jersey. Y es que las bravas es un aperitivo para todos los bolsillos e ideologías (la sede del PePé está al lado).
Es bastante recogidito por lo que no es fácil hacerte sitio. Pedimos las obligatorias cañas Mahou, muy bien tiradas, aunque dudamos en pillar un vinito dada la amplia oferta de la que disponen. De aperitivo unas olivas mu bien aliñás con su platito para dejar los huesos (detallazo). Normal que el suelo esté impoluto, podrían comerse las bravas en él.
Pedimos la ración de bravas y el atento camarero nos trajo el pan enseguidita en un estrafalario recipiente. Pero para original la presentación de las bravas. Te las ponen en un cucurucho de papel, que a su vez viene dentro de un cesto metálico como los de las freidoras. Todo muy moderno y claro, eso hay que pagarlo: 6€ y es lo más barato.
La salsa es abundante y destaca su aroma entre pimentón y chori. Tiene un sutil toque rancio y cuanto más comes más pican. La verdad que está buena. Las patatas están cortadas en dados pequeños quedando las aristas crujientes pero el interior tierno, en ocasiones demasiado ya que las últimas parecían puré. El cestillo engaña, trae más patatas de lo que parece a simple vista, aunque al final resulta incomodísimo porque no ves lo que pinchas y encima la salsa se queda impregnada en el papel...¡así no hay quién moje!
SALSA: 7'5
PATATAS: 6
CANTIDAD/PRECIO: 5
OTROS: 5
TOTAL: 6'7
Pues eso, unas bravas de casi notable para un local de moda. Si te va este ambiente y te quieres dar un caprichillo, pruébalo.
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