Después de unas críticas muy positivas, nos aventuramos a visitar un local de moda en pleno Centro de Madrid (detrás de Gran Vía) con la esperanza de mantener la buena racha, puesto que las bravas del Mui gozan de buena fama...hasta hoy.
Al entrar, muy cordialmente, un muchacho te da la bienvenida (creemos que esta es su única función). Es un local "chic", elegante y tenuemente iluminado ya que lo mismo vale para tomarte unas raciones como para ponerte cicatero a gin-tonics pijos que tanto se llevan ahora.
Pedimos unas cervezas Mahou y de acompañamiento nos pusieron dos trocitos de pan con atún y queso fresco. A continuación pedimos las bravas. Son tan finos que en vez de gritar ¡¡UNA DE BRAVAS!! a pleno pulmón, dieron la orden casi susurrando. La cosa no empezaba bien...
Después de esperar treinta minutos de reloj, menos mal que los taburetes eran comodísimos, nos trajeron la ansiada "cazuelita" de bravas. El diminutivo le viene al pelo y encima la racioncita cuesta nada menos que 5'90 eurazos. Oler, olían bastante bien aunque de primeras su aspecto era sospechoso. Faltaba por ver si el gusto le daba la razón al olfato o a la vista. Lamentablemente fue a lo segundo. La salsa es bastante oscura y espesa, con un toque que recuerda al choricete Revilla, si al menos fuera al ibérico...Nos pareció muy plana de sabor y justita de picor. Las patatas no estaban mal, demasiado doradas pero tiernas por dentro. En general, el conjunto es bastante sosete.
- SALSA: 4'5
- PATATAS: 7
- CANTIDAD/PRECIO: 2
- OTROS: 2
TOTAL: 4'5
Está claro que en este sitio se paga la fama y el enclave más que otra cosa. No está mal para tomarte algo, pero en nuestra opinión el reconocimiento por sus bravas es inmerecido.
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