La noche estaba de perros, pero nuestros millones de seguidores ansiaban una nueva crítica, así que nos calzamos las katiuskas y nos fuimos de nuevo a visitar la zona entre Alcalá y el barrio de la Concepción, donde las bravas son casi una religión. Docamar y A Conchiña así lo atestiguan. El Moncayo es un bar cutrongo en el que jamás hubiéramos entrado de no ser por una opinión perdida de internet que lo recomendaba por su especialidad: patatas bravas.
Una vez dentro de él no hay pérdida. Es tan minúsculo que solo hay un taburete, siendo éste el tesoro del lugar. Las paredes están llenas cuadros del Madrid y del Atleti, costumbre de muchos bares madrileños con la que no estamos de acuerdo: o eres de alioli o de bravas, pero jamás de braviolis. La decoración la completa un microondas que parece que va a echar a andar en cualquier momento...
Como dice el refranero popular, "allá donde fueres, haz lo que vieres", así que como lo que se estila en el bar son los botellines, pedimos un par de Mahou 5 estrellas. Te preguntan qué aperitivo quieres, buen detalle. Elegimos las bravas, aún a sabiendas de que posteriormente caería una racioncita, pues...¡vaya pintaca! Por 4€ te ponen un platito no muy grande pero con salsa a rebosar, que por cierto salía de una botella de vino de Rueda, cosa que nos encantó y que por lo que vemos debe ser también tradición de la zona.
La salsa es espesa y de color naranja fosforito y en ella se ven restos de pimiento rojo. Está que te rilas, el cesto de pan se quedó tiritando. Las patatas son alargadas y con aristas crujientes, pero están buenas; eso sí, bien salaítas, a la camarera no le tembló el pulso, parecía Antonio Machín con el salero. Dado el tamaño del bar una buena parte del cloruro sódico acabó sobre nuestras cabezas.
SALSA: 9
PATATAS: 7
CANTIDAD/PRECIO: 5'5
OTROS: 6'5
TOTAL: 8
Se vuelve a cumplir la curiosa ley de que cuanto más cutre es el bar mejores son las bravas. Si viviésemos en el barrio, sin duda alguna seríamos parroquianos del lugar.
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Segunda visita (16-5-2014)
Al ser un día de diario y haber menos gente, nos dimos cuenta de un cartel que dice "aforo máximo 12 personas". Realmente el bar es pequeño, pero contamos 14 y aun quedaba sitio...
Esta vez la salsa era un pelín más clarina pero seguía estando igual de rica. Las patatas bastante más blandas, se deshacían con el palillo. Quizá nos gustaron más la primera vez, por la novedad, pero siguen mereciendo estar en el top.
PD: Todavía no han tenido tiempo de limpiar el microondas :D